Del compa autogobierno
Hay una reacción social a los avances del feminismo y del empoderamiento femenino en general. En el plano físico, se manifiesta en el aumento de feminicidios y de violencia doméstica/en la pareja, lo cual se origina en el desacuerdo entre la tendencia cada vez más pronunciada de las mujeres a su autonomía y la frustración de muchos varones ante esa “insumisión” (a la que responden con violencia).
Pero también hay una reacción en el plano intelectual, y lo vemos en ciertas críticas a las teorías de género. La reacción de los machistas va desde el trolling más grosero (acusaciones de “feminazis”, “hembristas”) hasta la fomentación de la ignorancia (“el feminismo es lo mismo que el machismo pero al revés”).
La reacción de los neo-machistas es más sutil. El neo-machismo es como el hijo “moderno” del machismo clásico. Esto significa que por una cuestión de “estar al día”, no avalará o incluso se distanciará de ciertas actitudes de su padre, pero esto solo lo hace porque ha detectado que el discurso arcaico disminuye sus posibilidades de ser tomado en serio. Defenderá el machismo institucional y social con la misma saña que su antecesor, pero intentará ser más sagaz que él, ocultando su anti-feminismo en una actitud “equidistante” y de “sentido común”.
Algunos neo-machistas incluso hasta dicen estar a favor de los derechos de la mujer y la equidad de género, pero la realidad es que sus intervenciones nunca van contra el machismo sino contra el feminismo, acusándole de “excesos” y “extremismos”. Ellos están para decir “hasta aquí llegaste, feminismo”. Como saben que tienen que diferenciarse de los machistas a secas, tienen que recurrir a estrategias más sutiles que la agresividad abierta. Combinando actitudes pasivo-agresivas y análisis ultra-intelectualizados (no sea que se cuele la empatía por ahí y arruine todo), su objetivo es lograr demostrar que el feminismo ya pasó su límite y que proseguir más allá significa una agresión a los hombres. Si además pertenecen a una corriente ideológica, su objetivo secundario es “depurar” a esa corriente ideológica de feminismo (en entornos de izquierda/libertarios, esto se hace con acusaciones de “burgués” y de “pequeñoburgués”, de “divisionismo”, etc.).
¿Cuántas veces hemos escuchado frases como las siguientes como reacción a la crítica radical del capitalismo?: “no es tan así, ustedes exageran”, “el problema son los políticos corruptos/ineficaces, no el sistema económico”, “es cierto que hay injusticias, pero apuntar siempre al capitalismo es paranoico”, “ustedes promueven la violencia con eso de la lucha de clases”. Bueno, pasa lo mismo pero en relación al machismo: “no es tan así, ustedes exageran”, “el problema son los enfermos que violan”, “es cierto que hay injusticias, pero apuntar siempre al machismo es paranoico”, “ustedes promueven la guerra entre los sexos”.
Los neo-machistas repudian a los violadores, pero no a la cultura de la violación. Repudian los casos de violencia doméstica, pero se sienten ofendidos si la vinculamos con las otras formas de violencia hacia la mujer (acoso callejero, estereotipos). Si son militantes obreros, no pueden más que adherir al reclamo “a igual trabajo, igual salario”, pero se sentirán ofendidos si se analiza el machismo en las organizaciones obreras. Si son “antisistema” dirán que solo con la revolución o después de ella vendrá la verdadera equidad de género, pero se sentirán ofendidos si se menciona qué es lo que ellos pueden hacer ahora, individualmente, en favor de la libertad y la igualdad para las mujeres de sus entornos. Criticarán la misoginia de la Iglesia y de otras instituciones con el puño en alto, pero lanzarán acusaciones de castración y domesticación si se les plantea que es necesaria una nueva revisión radical de nuestras masculinidades.
Si se habla de las ventajas que los varones gozan gracias al machismo, los neo-machistas se pondrán a la defensiva con “pero a los hombres se nos recluta para ir a la guerra” o con las ocasiones injusticias judiciales (acusaciones falsas de abuso, padres que no pueden ver a sus hijos, etc). Si se discute sobre la violencia en la sociedad, tratarán de diluir el componente de género (“la gente es violenta”). Tratarán de probar que algunos comportamientos violentos en varones no tienen nada que ver con la cultura machista sino que son productos de la testosterona o algún otro factor “natural”. Serán férreos defensores del binarismo de género y de la heteronormatividad, pues mantener que hombres y mujeres somos esencialmente diferentes es muy utilizado como argumento contra la igualdad. Cuando quieren decir algo malo sobre el género femenino o defender una injusticia empiezan su perorata con “no soy machista, PERO…”.
Se reconoce a los neo-machistas por la intención de sabotear debates que tengan la potencialidad de profundizar en la claridad de por qué el machismo existe, cómo se reproduce, que el machismo no empieza ni termina en sus manifestaciones más groseras (violencia física, insultos), y cómo terminar con él. Una de esas estrategias de boicots de debates es el uso de la palabra “sexista” como estrategia de autovictimización de varones que se sienten cuestionados por las teorías de género. Si un análisis de género determina un comportamiento machista en varones, esta gente dirá “eso es una generalización, es sexista”.
¿Qué hacer? Aprender su juego. Uno de los objetivos del pensamiento crítico es demostrar las diferencias entre quienes aparentan ser iguales y demostrar los puntos en común entre quienes aparentan ser opuestos. Los neo-machistas tienen sus usos. Si pueden rebatir o distorsionar nuestros argumentos fácilmente es porque había una debilidad en ellos. Que el machismo haya tenido que re-adecuarse habla bien del feminismo, pero también señalar que el feminismo y las teorías de género en general también deben re-adecuarse. Una piedra puede herirnos o puede servirnos para sacarle filo a nuestra espada: sugiero que hagamos lo segundo.
por autogobierno.